Tomar riesgos en la vida lleva a vencer el miedo que nos detiene en cierta toma de decisiones. Tener valor, ser una persona audaz, atrevido o decidido es un carácter que nace de la intención que tiene el Padre en Su plan para nosotros.
Enfrentar riesgos nos pone a analizar una y otra vez la situación para así estar seguros si en verdad es la decisión correcta a tomar.
¿Que cosas están bajo el nombre de “riesgos” que no nos atrevemos a tomar el paso? ¿Has estado a mitad del camino cuando ves el letrero que dice “RIESGO” y te detienes, o te desvías hacia un camino más seguro, o vuelves para atrás? Yo he estado ahí, pensando en que no me conviene pasar.
Hay riesgos que ponen en peligro tu vida o pueden afectar tu relación con los demás. Cuando tu sano juicio ante decisiones esta fallando, o tu integridad en Dios están en juego, no es un buen riesgo a tomar. Opuesto a estos están aquellos riesgos que su finalidad para tu vida es “buena, agradable y perfecta”, los cuales sí vale la pena entonces intentarlos. Te retan, te animan a moverte y alcanzar metas que el Padre a dispuesto de ante mano.
Hay decisiones en las que nos encontramos que pueden llegarse a ver riesgosas mas el fin de todo no es hacer daño sino más bien llevar a cabo ese plan que Dios tiene con nosotros.
Cuando caminamos con seguridad de quién está en nosotros (Cristo) y donde estamos nosotros (en Cristo) tomamos la acción de confiar soltando toda nuestra voluntad ante Él. Al movernos con Fe, nuestra acción despierta ese carácter audaz, valeroso y atrevido que obtenemos solo en Cristo.
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1:7-9